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Desarrollo conceptual y análisis político

martes, 20 de septiembre de 2011

Una introducción a los Estudios poscoloniales por Luis Hernández

Desde Alemania, Luis Hernández nos hace una interesante introducción sobre los llamados “estudios poscoloniales”. En pleno mes patrio mexicano, el texto nos enseña algunas herramientas y textos imprescindibles para comprender fenómenos como el racismo y la exclusión étnica. 

La Gramática Postcolonial.

 

 Luis Manuel Hernández Aguilar

Goethe Universitaet Frankfurt am Main

IPP Department


Con riesgo a equivocarme, la premisa que subyace detrás de la teoría postcolonial o los estudios postcoloniales, establece que las luchas de independencia no resolvieron el problema de la expansión imperialista colonial y que, de alguna u otra forma, las sociedades postcoloniales se encuentran aún sujetas a la lógica del colonialismo o a sus efectos residuales.

            Desarrollada así, la tesis parece simple, añeja y fácilmente debatible, nociones tales como democracia, derechos humanos, soberanía, instituciones internacionales como la ONU o supranacionales como la UE, así como la celebración de ritos cívicos que conmemoran las luchas de independencia, parecerían dar la impresión de que el colonialismo está muerto. Por ejemplo, en México, la “celebración” del bicentenario de la independencia coadyuva a reafirmar dicha percepción. Sin embargo, a través de los estudios postcoloniales se busca desentrañar estructuras, relaciones y secuelas del colonialismo, así como formas de combatir dichos efectos. La estructura del racismo en México, por ejemplo, así como sus derivaciones, pueden ser pensados como productos de la lógica colonial, las mismas oposiciones hegemónicas siguen reproduciéndose en relación a los indígenas: civilizado/barbado, superior/inferior, iteligente/tonto, etcétera. Algunos teóricos del postcolonialismo, como Stuart Hall, afirman que la simple apreciación de la belleza, masculina y femenina, de las tonalidades de piel y cabello, se hayan marcadas por la lógica del colonialismo. A continuación, intentaré bosquejar ciertos conceptos y debates centrales en los estudios postcoloniales.

            Durante las últimas dos décadas, la producción de textos desde la teoría postcolonial sin duda ha experimentado un auge y amplio desarrollo. Asimismo, el rango de disciplinas y temas que cubren estos análisis van desde la crítica literaria, la sociología, la ciencia y filosofía política, historia e historiografía, incluyendo a los estudios de género. Su origen se remonta unas décadas atrás y, con cierto consenso, se atribuye a la obra del teórico palestino Edward Said de 1978, Orientalismo un carácter fundacional.
            Orientalismo es una visión occidental de lo que el mismo occidente define y construye como oriente, si embargo dicha visión es determinada por relaciones de saber-poder y, por consiguiente, a través de la invasión colonial de las naciones europeas y el desarrollo imperialista de las mismas, así como la irrupción de estudios y especialistas en universidades europeas sobre el “Oriente”. Uno de los efectos del Orientalismo es la separación y jerarquización del  mundo en dos polos, el occidente -los colonizadores y su Cultura-, por encima de  los colonizados y su cultura en el oriente.

            La consecuencia del orientalismo es la creación de una imagen estereotipada del Oriente como un lugar exótico y fascinante que al mismo tiempo se presenta como una gran amenaza. De forma análoga,  una serie de prejuicios y tergiversaciones sobre el Oriente son reproducidos por el discurso orientalista que construyen el Oriente y sus habitantes como inferiores a Oeste, los cuales son clasificados como diferentes e inmutable en el tiempo, como un pueblo eterno que no cambian y se adhiere a sus tradiciones. En resumen, el orientalismo crea una imagen estereotipada del Oriente y de la gente que habita ese lugar.

            Cabe destacar que Said se nutre del pensamiento del filosofo francés Michel Foucault, particularmente de la dicotomía saber-poder. Y ya que estamos por aquí, cabe mencionar que los estudios poscoloniales se han influenciado ampliamente de los trabajos de Antonio Gramsci, Jacques Derrida,  Jacques Lacan, W.E.B. DuBois, Aimé Cesaire, Louis Althusser y el mismo Foucault. Por ejemplo el concepto de subalternidad desarrollado por Gramsci, fue recuperado primero por Ranajit Guha, -fundador del grupo de estudios subalternos al lado de Dipesh Chakrabarty- y después por Gayatri Chakravorty Spivak quien es considerado también una figura central en el pensamiento postcolonial: su ensayo de 1988, ¿Pueden los subalternos hablar? se erige como una respuesta crítica a la formulación de Guha, sobre la posibilidad de agencia por parte de los subalternos. Para Spivak, la condición de subalternidad viene acompañada de un silenciamiento, de una carencia de voz: la violencia epistémica de la dominación colonial borra cualquier posibilidad de acción transformadora. Esta discusión, -la posibilidad de agencia o no- sigue siendo discutida hasta el día de hoy, de hecho, el dialogo entre Spivak  y Chandra Talpade Mohanty sobre el tópico, ha acompañado el desarrollo del pensamiento postcolonial.

            Antes de proseguir, es necesario mencionar la figura de Frantz Fanon cuyo pensamiento y acción influenciaron, no sólo el desarrollo teórico postcolonial, sino a los distintos movimientos independentistas de la posguerra  y, cabe destacar, que el mismo Fanon luchó junto al Frente de Liberación Nacional en Argelia. Sus dos obras centrales, Piel negra masacras blancas de 1952, y Los condenados de la tierra de 1961, son piezas fundamentales para comprender el desarrollo posterior de la teoría postcolonial. En ambos libros Fanon desarrolla una filosofía política para la decolonización. En su obra del ´52, Fanon explora la naturaleza del colonialismo y su relación con el racismo, así como el daño psicológico que provoca la lógica colonial tanto en el colonizado como en el colonizador. Esto lo hace a través del análisis de las relaciones interraciales entre hombres y mujeres y de las nociones de repulsión y deseo. Desarrolla entonces los conceptos de lactificación y eretismo afectivo, para dar cuenta de la neurosis de los negros –hombres y mujeres- por querer ser blancos, hablar su lengua, en fin, por usar una máscara blanca. Sin embargo para Fanon, si bien esta situación coadyuva a generar una percepción de desprecio hacia “lo negro”, la lógica colonial también encierra al blanco en su blancura. Por otra parte, en Los condenados de la tierra, Fanon explora las formas en que el poder colonial ejerce y expande su dominación, asimismo, dedica una parte importate de la obra al desarrollo teórico de la violencia como fundamento de la liberación colonial. 

            Desde mi punto de vista, la obra de Fanon se erige como el pilar fundamental de los estudios postcoloniales, sin el cual el Atlantico negro de Paul Gilroy, o los Estudios culturales de Stuart Hall pierden referencia. Para Homi Bhabha, otra de la figuras centrales de la teoría postcolonial, la influencia de Fanon es innegable, tres de sus conceptos centrales, hibridación, mimetismo y ambivalencia, pueden ser rastreados en los escritos de Fanon. Por ejemplo, Bhabha argumenta en respuesta a Said, que el proceso de estereotipación es una operación mucho más compleja del discurso colonial que la simple repulsión del otro; Bhabha señala que, el discurso del colonialismo crea al colonizado no sólo como la figura de la repulsión, sino al mismo tiempo como un objeto de deseo. En este sentido, los estereotipos son una construcción ambivalente de conocimiento y poder.

            Sin duda, mostrar con amplitud las distintas tensiones, debates, conceptos y desarrollos teóricos elaborados desde los estudios postcoloniales es una tarea imposible en este espacio, pero espero que este texto bien sirva como introducción a este enfoque. Said, Spivak y Bhabha, sin duda son tres de las figuras centrales, tal vez la importancia de Fanon es aún mayor. En síntesis, la teoría postcolonial se basa en la realidad histórica de la colonización europea y sus consecuencias en el ámbito individual, social, político y estructural; así mismo los estudios postcoloniales son un campo heterogéneo con fuertes divisiones y tensiones.

ILUSTREMOS CON PELICULAS:
También la lluvia (2010): Película Icíar Bollaín, con guión de Paul Laverty (colaborador habitual de Ken Loach). La película intenta mostrar, mediante una interesante sobreposición de tramas históricas, la persistencia de estructuras coloniales en Bolivia. Un grupo de cineastas se encuentra en Cochabamba  grabando una película sobre el descubrimiento de América, los primeros años de Colón y el inicio de la resistencia indígena contra la colonización española, cuando se precipitan los hechos que se conocen como “la guerra del agua”. Poco a poco, la realidad supera la ficción y el grupo de cineastas se encuentra viviendo aquello que consideraba un pasado superado.  





lunes, 27 de junio de 2011

El narco: *
¿Única construcción de lo nacional en México?

En política forma es fondo, Octavio.
La cura de un síntoma vale la cura de una enfermedad”

Me gustaría desarrollar aquí una idea: actualmente en México -y ante un déficit de política- la única manera de pensar lo nacional es el narcotráfico. Suena drástico pero ahora explicaré el porqué de la sentencia.

Recientemente he intentado estudiar la forma en que el “discurso de la seguridad” -como interpretación hegemónica del problema del narcotráfico en México-, configura  el espacio político mexicano. En este sentido, el “discurso de la seguridad” moldea el espacio político en tanto es capaz de: jerarquizar demandas, establecer agendas públicas, modificar principios de legitimidad y criterios de gobierno, desplazar debates y conflictos, así como sobrepoblar el espacio con las corporaciones de seguridad del Estado y su ejército.

En términos generales, se puede decir que el efecto que tiene el “discurso de la seguridad”, es despolitizante. Sustituye a la política con la policía (Foucault) y colabora a aplazar  el debate y el conflicto social que por décadas se ha ido acumulando en México.

Volviendo a la cuestión. Si bien “lo nacional”  remite a una territorialidad geográfica determinada, también implica un espacio político abstracto que es común a todos los agentes habilitados a participar ahí. De esta manera, una de las cuestiones fundamentales con “la nación” es que permite la traducción de demandas focalizadas y particulares a una arena en donde adquieren una importancia ya no local (para el espacio particular de donde surgen), sino global (para el conjunto de espacios articulados).

//Un ejemplo: La existencia de un espacio “nacional”, permite (al menos como posibilidad) que en un momento dado, las demandas de una comunidad marginada en Oaxaca ya no sean vistas como una situación particular y excepcional, sino como un “sistema o patrón recurrente” que resulta de la articulación global. Así, la marginación y pobreza de esta comunidad particular es equivalente a la de muchas otras, en Oaxaca mismo, pero también en Chiapas, Veracruz, etc.

La “nación” es entonces la presencia de la totalidad en la particularidad y viceversa.  Es una arena política, que permite que los conflictos locales se relacionen con algo mucho más amplio que los contiene, y que por lo tanto sean descubiertos como enraizados en un determinado status quo.  

En los años previos al arribo del “discurso de la seguridad”, México se encontraba en un paulatino proceso de "articulación" de demandas (Laclau). En distintos frentes -no todos convergentes-  se podía encontrar un trabajo político de recuperación de demandas locales que no estaban llegando a los centros de representación política. Se destacan para 2006, la campaña electoral de López Obrador y la Otra Campaña, promovida por el EZLN.   

Hoy sin embargo, lo único que relaciona al norte, sur y centro del país es el narco. Lo único que articula los espacios locales con la totalidad, es “el discurso de la seguridad” y el despliegue de las fuerzas del Estado.


Para aclarar esto podemos recurrir al concepto de “alcance” (reach), propuesto por Allen (2009). Este término, representa una medida de intensidad de la presencia del Estado en diferentes espacios sociales. Así, la pregunta sobre ¿qué tan lejos está tal o cual parte del Estado?, cambia a ¿Qué tan presente está el Estado en tal o cual lugar?, lo cual plantea la cuestión desde una matriz topológica.

Siguiendo estas consideraciones, no sería descabellado pensar que: hoy, el Estado en México tiene más presencia a lo largo del territorio nacional, por el despliegue táctico de sus fuerzas armadas y policía, que por el traslado de demandas particulares a la arena nacional o incluso que por la propia existencia de programas sociales.

Es el reverso siniestro de la discusión sobre el “Estado fallido”. La violencia que vive hoy México no es consecuencia de un Estado que falló, sino la forma específica que adquiere el Estado en México. A través del “discurso de la seguridad” el Estado ahora goza de presencia ahí donde antes no la tenía. Lejos de fracasar, le ha permitido  reafirmarse,  renovar legitimidad y reorganizar los debates públicos

Entre todo esto, la medicina se llama “volver a la política”; no la de los corruptos de siempre, sino aquella que permite articular demandas anónimas y particulares en la escena nacional. Es por ello que el movimiento de Javier Sicilia es un verdadero bálsamo en estos tiempos apocalípticos.

Adrián Velázquez Ramírez
27/jun/2011



"son todos narcos"

miércoles, 4 de mayo de 2011

Problemas de ubicuidad en la Teoría Política. Parte I

Problemas de ubicuidad en la Teoría Política
PARTE I
¿Dónde está lo político?

La pregunta sobre ¿Qué es la política? ha acosado el espíritu de los que han reflexionado sistemáticamente sobre la política desde siempre. Desde Platón, hasta nuestros días, el intento por establecer criterios más o menos estables que nos permitan identificar los fenómenos y acciones que se consideran políticos en un momento histórico dado, ha llenado bibliotecas enteras. En la modernidad esta pregunta se encontró con el advenimiento del Estado y en él estableció un referente supuestamente objetivo sobre el cuál anclar la perturbadora pregunta: la política era el Estado.

En ese momento de la modernidad, tenía que ser así: la prerrogativa de los Estados nacionales para hacer la guerra, la llegada de los modelos democráticos de acceso, distribución y uso del poder, las funciones burocráticas, los partidos políticos y la representación política, hacían del Estado el ámbito político por excelencia. Poco después las cosas cambiarían. Actualmente la desidentificación de la política con el Estado es un lugar común en la Teoría Política. Junto con esto, “lo político”, como ese excedente de política que no puede reducirse a lo estatal-gubernamental, surge como una categoría que abre un amplio y complejo universo de fenómenos políticos: Desde la intimidad del hogar, a experiencias colectivas y organizativas que sin interactuar demasiado con el Estado y el poder instituido, apuntaban a una modificación  de las relaciones de poder.

El descubrimiento de “lo político” abría espacio para la exploración teórica, pero también ponía en aprietos a la Teoría Política, que a medida que abandonaba la certeza que había encontrado al ubicar al Estado como el centro articulador de la vida política, se adentraba en un mundo mucho más diverso y complejo, en donde lo político adquiere distintas formas y emerge en una multiplicidad de espacios. La pregunta sobre ¿qué es la política? se ha difuminado en esta complejidad, al punto que cuestiones como el "poder" y el “dominio” nos lleguen parecer asuntos tan intangibles, que somos incapaces de reconocerles, incluso cuando nos topemos con ellos a diario. Lo político a veces toma un derrotero equivalente al del éter para la Física anterior a Maxwell, aquella hipotética sustancia que explicaba el movimiento de la luz. Conceptos como “hegemonía” e “ideología”, a veces nos hacen olvidar que vivimos en un mundo mucho más terrenal y que el poder para serlo, necesita labrar la superficie en la que emerge.* 

Por esto, proponemos darle un giro ontológico a aquella vieja pregunta que puebla las bibliotecas públicas y particulares. Exploremos caminos diferentes, preguntémonos ahora ¿Dónde está lo político?

Me despido con una pregunta a desarrollar posteriormente: ¿es posible que el déficit de localización de lo político pueda resolverse con un giro topológico?

Adrián Velázquez Ramírez
4/mayo/2011


* Esto introduce un nuevo espectro clasificatorio en la Teoría Política basado en una dicotomía entre concepciones concretas  y concepciones difusas del poder.